Entrevista realizada por Laura Petrosino
Pablo Reinoso, artista plástico y diseñador, reside y trabaja en Paris. Ha realizado la imagen y el afiche del congreso. El artista nos cuenta los caminos que transitó para llegar a concebir una imagen en la que se trata de representar lo invisible: un real para el siglo XXI.
Laura Petrosino – En su escrito que hace homenaje al Arrebato de Lol V. Stein, Lacan dice que el artista nos precede, que podemos aprender de él. Siguiendo esa línea, quisiera preguntarte ¿cómo concebiste el afiche para el próximo congreso de la AMP "Un real para el siglo XXI"?
Pablo Reinoso – Bueno, para empezar diré que cuando me pidieron que hiciera el afiche para el congreso pensé que no quería que fuera una imagen de una de mis obras. Me hubiera parecido forzado buscar una imagen de mi repertorio y aplicarla al congreso. Me parece una falta de elegancia porque no se trata de ilustrar. Todo lo que sea ilustrar es anecdótico. Y yo no soy un ilustrador reinosiano, soy un creador al servicio de una causa. Así que me propuse crear una imagen nueva con toda la dificultad que eso implica en este caso – en el que se trata de representar algo de lo irrepresentable, de hacer un retrato de lo invisible. Estuve justamente en la plenaria en la que Jacques-Alain Miller introdujo el tema del congreso y a partir de ahí tuve una primera intuición. Lo que sentí es que tenía que ser figurativo y yo no soy figurativo; mi arte no es figurativo. La concepción de esta imagen tuvo que ver con una lucha entre lo figurativo y lo abstracto. Creo que cuando se logra hacer algo que representa y que a la vez, es lo más abstracto posible, tiene más poder de impacto. Podría haber representado lo irrepresentable con un detalle de un agujero negro, por ejemplo, y se acabó, pero me parecía un poco fácil como salida. Y lo que si me parecía difícil era meterme en un camino que no es el mío y tratar de llegar a un código que pudiera hacerme sentir que ese imposible de representar estaba representado en una representación. Es como tratar de dibujar la cara del hombre invisible. Lo máximo que se hacía con el hombre invisible era tirarle talco o polvo para que por un instante se viera un poquito la cara, era una artimaña que había para tratar de captarlo. Que me pidieran la representación de lo irrepresentable me pareció casi un chiste. Por eso mi angustia a la hora de concebir esta imagen, porque además era urgente. Retomé entonces un trabajo que ya había empezado a hacer sobre los nudos borromeos. Partí de ahí. Y empezaron a venir una cantidad de formas, por lo menos cien. Cien construcciones distintas. Lo busqué como un escultor busca encontrar un objeto a partir del cual anudar un pensamiento. Utilicé un método que tiene mucho que ver con mi práctica artística, escultórica. La consigna era que había que trabajar en color. Lo tomé como un ingrediente más. Por otro lado, sabía que tenía que terminar en un afiche. Esos eran los datos. Entre los datos de lo concreto y lo que yo iba pensando, empecé a construir una imagen. Me apoyé mucho en los tres registros y en la idea de que la naturaleza está cambiada, que ya no es más una referencia tranquilizadora. Además, usé la puesta en abismo, la puesta en infinito, porque me parecía que le daba fuerza. Después lo real tiene un punto como de horror, de algo muy desagradable. De ahí me viene la necesidad de crear esta especie de panal de abejas que también es como una red, como una trama. Cada partícula de la trama podía ser un infinito en sí mismo. Eso me pareció importante, y después lo que aparece en primer plano que es una especie de escupitajo, algo que explota, un instante atrapado en esa red. Así fui llegando a la imagen. Estas fueron las palabras que me fueron guiando. Entonces tenemos los tres registros, la puesta en abismo, ésto que yo llamo esa especie de escupitajo que queda atrapado, colores muy estridentes, la trama de fondo y el horror. Eso fue un poco lo que me fue pasando.
L.P. – También creaste las letras mayúsculas para el volumen de Scilicet "Un real para el siglo XXI"…
P.R. – Sí, le propuse a Ève Miller Rose que se encargaba de la edición, trabajar las letras mayúsculas del comienzo. Creé ahí todo el abecedario y entonces ahí sí fue en blanco y negro. Me gustó mucho hacerlas porque podía volver a dinamizar todo lo hecho con el afiche a partir de cada una de las letras.
L.P. – ¿Si lo hubieras tenido que hacer en tres dimensiones, tipo escultura, en qué material lo habrías hecho?
P.R. – Tendría que pensar todo de vuelta pero pienso que más bien habría hecho una instalación Algo en donde al cuerpo le pasan cosas. Lo habría pensado más como un tren fantasma, supongo.
L.P. – Muchas gracias Pablo.