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AFINIDADES
Javier Peteiro Cartelle
científico
Lo real de una ciencia a la otra, y retorno
Javier Peteiro Cartelle
Doctor en Medicina. Jefe de Sección de Bioquímica
y laboratorio de Alergia del Complejo Hospitalario
Universitario de La Coruña, España.

La actitud realista trasciende la ciencia

El método científico trata de responder a dos preguntas, cómo y por qué. Cómo funciona el corazón o por qué la luna se mueve alrededor de nuestro planeta serían sendos ejemplos de esas cuestiones. Ambas subyacen a su vez a la diversificación de las ciencias. Las preguntas surgidas en Biología son diferentes a las que se plantean en Física.

El conocimiento del mundo se inicia con otra pregunta más simple, un "qué es" que requiere una respuesta denominativa, taxonómica, un inicio de clasificación, de ordenación. Y, a la vez, el desarrollo de las ciencias persigue dar respuesta de un "qué es" final, esencial, que lo explique todo. La postura realista trasciende a la ciencia, siendo más bien filosófica, pero descansa en ella y pretende descubrir lo elemental. Las teorías de gran unificación en Física parecen tocar ese noúmeno subyacente a todos los fenómenos observables.

Tantos reales come ciencias

Mucho antes de que surgiera el método científico, basado en la observación y experimentación en condiciones controladas, en resultados reproducibles y en una objetividad intersubjetiva mediada por un lenguaje específico, se dieron grandes avances en el manejo de ese lenguaje esencial, el matemático. Las Matemáticas son instrumentales en el desarrollo de la ciencia en general pero a la vez son un mundo en sí mismas. Es habitual que la Física recurra operativamente a algo que las Matemáticas habían demostrado antes de su necesidad aplicativa. No es éste el lugar para incluir la eterna discusión sobre si las matemáticas son creadas o descubiertas ni si son una ficción útil o la manifestación de una realidad platónica. Lo es más bien para hablar de lo real que nos concierne más directamente, pero ¿de qué real hablamos? Porque no parece lo mismo hablar de la realidad de la vida de una bacteria o de la de uno de nosotros que hacerlo de la realidad de un electrón, aunque la vida no fuera posible sin electrones.

Podríamos decir que hay varios "reales", que no es lo mismo el real de la Química que el de la Física, la Biología o la Antropología.

Pérdidas o emergencias ontológicas, de una ciencia a la otra

La necesidad de algo no significa que baste con ese algo para explicar las cosas. El benceno y el agua están constituidos por protones y electrones, pero tienen propiedades físicas y químicas muy distintas. Es discutible que saberlo todo de los componentes permitiera la deducción de las propiedades del compuesto, primero porque ese saber está restringido por la incertidumbre del mundo cuántico; segundo porque la transición de lo elemental a lo complejo y de lo micro a lo macroscópico dista mucho de ser algo fácil, teniendo entre otras cosas las grandes limitaciones que supone una traducción de lenguajes de distintas disciplinas. La nanotecnología está enfrentándose precisamente a la dificultad de un mundo poco estudiado tradicionalmente, el mesoscópico. No parece que la química sea reducible a la física. Es perfectamente asumible la existencia de una emergencia ontológica y no sólo epistemológica, que dé cuenta de distintos modos de ser y sin la cual sería muy dudoso poder hablar de algo tan importante como la libertad y la responsabilidad humanas.

Lo real de la vida

Ciñámonos al real que parece más determinante, el biológico. ¿Cuál es? Parece que supone la organización compleja de elementos, también complejos en sí mismos, pero más simples, las células. Tenemos tantas dificultades para definir la vida hoy como hace mil años, aunque sepamos muchísimo más de sus "cómo" y "por qué" a escalas moleculares y celulares, y eso es así porque no cabe por el momento una definición universal sino sólo local, planetaria. La vida sólo es comprensible mediante metáforas y, a la vez que subsiste la mecanicista en modo cibernético, reina la informativa que ve en los genes la clave del misterio, pero curiosamente a medida que avanza el conocimiento de esos genes, menos se sabe cómo definir un gen y tal parece que nos hemos introducido en un extraño bucle de avance a la complejidad.

No hay determinismo positivo, sino sólo negativo

Hay un aspecto que merece destacarse por ser común a ámbitos tan separados (aunque relacionados) como la Física y la Biología: cuando hay determinismo lo es en sentido negativo, no positivo. Es decir, las leyes físicas restringen las dinámicas planetarias y las formas vivientes pero no las dirigen propiamente. La Física es predictiva pero sólo bajo condiciones controladas, experimentales, observacionales… y no siempre. La mecánica cuántica sólo es determinista en sentido matemático, pero se hace probabilista en términos físicos. Sistemas clásicos regidos por la dinámica newtoniana pueden mostrar un comportamiento caótico, impredecible. La existencia de fenómenos regidos por ecuaciones no lineales (la mayoría en el ámbito biológico) da cuenta de su impredicibilidad práctica. Y cuando un sistema es influido por múltiples variables, los efectos del azar pueden ser muy importantes.

El avance de la Genética, incluyendo la humana, ha sido posible por el conocimiento de mutaciones asociadas a enfermedades. Eso supuso un auge del determinismo. Lo supone a día de hoy, pero ha de tenerse en cuenta que estamos ante un ejemplo de lo que el determinismo ofrece: restricción. Una mutación en el gen de la distrofina se asocia a la enfermedad de Duchenne con toda la tragedia que eso conlleva. Pero lo inverso no es cierto: no basta con que se sintetice distrofina para que los músculos funcionen adecuadamente. Creer que débiles y múltiples asociaciones poligénicas rigen un comportamiento supone asumir un determinismo en sentido positivo que no existe, lo que implica confundir causalidad necesaria y causalidad suficiente.

Enfoque asintótico de un real limitado

No hay propiamente leyes biológicas; sólo un determinismo biológico restrictivo relacionado con las leyes físicas. Podría decirse que, en último término, lo real es lo que alcanzará la Física, que aspira a establecerlo en forma legal, pero esa aproximación a lo real, aunque se haga asintótica, lo es a un real formal restrictivo. Y en esa búsqueda, ciencia y creencia, ciencia y mito, pueden llegar a confundirse si no se está advertido. Así, no es improbable atribuir a la propia legalidad física una preexistencia a la singularidad que significó el Big Bang, es decir, algo carente de sentido como lo es un real formal previo al origen del tiempo, un real eterno y, en cierto sentido, platónico, divino.

Nuestras posibilidades epistémicas son extraordinarias pero limitadas. El real legal alcanzable sólo proporcionará un determinismo en sentido restrictivo, porque lo que ocurre en el universo tiene mucho de aleatorio, desde las fluctuaciones iniciales detectables en el fondo de microondas hasta la contingencia ligada a la evolución biológica.

Somos seres biológicos y, por ello, restringidos pero no dirigidos determinísticamente más allá de connotaciones instintivas compartidas con otros seres vivos. Curiosamente, lo que nos libera de muchas de esas restricciones, el mundo de la cultura, es lo que pasa a determinarnos sin que lo sepamos. Es ese determinismo, ajeno a la ley, el que puede esclavizarnos.

La realidad y la legalidad científica se relacionan pero no se identifican.