Anaëlle Lebovits-Quenehen: "Un real para el siglo XXI", ¿ésto, sin dudas le evoca algo?

Yves-Claude Stavy: ¡Menudo enunciado! Mi lectura para ese título se aleja decididamente de la « consigna » que denunciaría la negación agravada de un real con el que nos tenemos que ver en nuestras sociedades posmodernas, gracias a las evaluaciones cuantitativas, los protocolos universales, etc. Imagine por un instante que durante nuestro Congreso, 1700 personas coreen, en una sola voz y durante cinco días « ¡Un real para el siglo XXI! », y ésto un año después que otros desfilaron coreando « ¡Un padre, una madre, para nuestros niños! ».

No. « Un real para el siglo XXI » nos propone algo muy distinto. En particular interrogar uno a uno a los psicoanalistas de la AMP, para que den testimonio de dónde intervienen en su práctica o en su vida personal y en qué medida ese « dónde » refiere a aquello que encontraron en su propia cura, en su propia experiencia como analizantes. Se dice por lo general en nuestra práctica que se « aprende » de nuestros pacientes. ¿Es así acaso? Ya con no llamarnos enseñantes de nuestros analizantes está, desde luego, muy bien. Pero ese dónde desde el que intervenimos, el que se tratará de interrogar durante este Congreso, no se refiere a ningún binario al estilo paciente /analista o significante-amo/saber. Se trata de algo muy distinto. Ese « dónde » se refiere a un encuentro que siempre tiene lugar entre ese fragmento de la lengua, no en vano llamada materna, y lo vivo de un cuerpo, del que poco se sabe, sino solo que se goza de un cuerpo como afirma Lacan en el Seminario Aun [1].

A L.-Q: ¿Será entonces en la junción entre ese fragmento de la lengua y ese cuerpo que goza, ese encuentro incongruente, chiflado, que nunca debió acontecer y que sin embargo se produjo, dónde se situaría el real del que hablamos en este título?

Y.-C.S.: Es en todo caso ahí donde lo encuentro. Y es como lo repercute [*] el síntoma. ¿Cómo tener siquiera la idea de un real si no tuviera la insistencia del síntoma a pesar de la más rigurosa interpretación permitida por la hipótesis del inconsciente? Un cuerpo que goza reenvía a un autismo trans-clínico, generalizado, no de un sujeto pero de un cuerpo: que se tiene pero que no se es. Este encuentro, en todo lo que más tenga de hetero, nos vuelve no diferentes a otros, sino otros de nosotros mismos. En el fondo no nacemos en un mundo que está allí desde siempre, pero en un mundo que nace segundo al real de nuestro síntoma.

A. L.-Q.: Se capta bien, en efecto, de lo que se trata con este "un" real y que usted acerca al real singular que cada uno tendría que encontrar en un análisis. ¿Sería en ese preciso punto donde tiene lugar el acto analítico? ¿Cómo se comprende entonces la otra parte del título "para el siglo XXI"?

Y.-C.S.: Un real para el siglo XXI. Tomemos nota que los organizadores del Congreso eligieron rehusar el artículo determinante el, que Lacan en su última enseñanza no dudaba en ironizar diciendo que ese artículo implicaba una función auto-estructurada: no hay el sin estructura. Un real, es otra cosa. De lo que se trata es de interrogar a cada analista sobre su manera de considerar la cuestión del futuro: ¿lo considera como la continuidad de la historia que se elucubra de un pasado, o en la discontinuidad referida a lo inmediato al acto, aquel que uno comete al tomar al vuelo tal trozo del Uno que precisamente separa el futuro del pasado para hacerlo vivo a partir de un real? Hemos escuchado muchas veces "hacia lo real" cuando es más fecundo partir de un real. El síntoma testimonia de un real y se trata de renovarlo para que precisamente vuelva esa metonimia viva a partir de un intratable como ese trozo de real, ya encontrado en el cuerpo.

A.L.-Q.: Gracias Yves Claude Stavy