Este es el trabajo que algunos niños tienen que hacer para hacer habitable su existencia deslocalizada y descarnada. El trabajo con ellos es el contrario de "desordenar la defensa contra lo real", es más bien con los trozos de real que el sujeto ha domesticado anudar un circuito, construir un borde que haga de límite a lo real sin ley.
¿Cómo hacerlo? El niño viene y en esa atmósfera, en ese caldo, juega con cosas diversas, cambia de juego, nos dice algo, nos mira o nos evita, entra y sale, se va y a veces se lleva algo. Al volver a una sesión, en el intervalo algo ha cambiado, dijo su primera palabra, las rabietas o las agresiones cedieron, se dirigió a un igual, o soportó su presencia…
¿Qué ha pasado? Intentamos entonces construir su lógica, transmitir la experiencia, pero ¿qué es imprescindible? que podamos consentir en ocupar esa posición que no tiene lugar, estar ahí para que eso ocurra, permitir su repetición que va dando lugar a un tiempo y facilitar esas realizaciones que generan un espacio en el que el sujeto se puede comenzar a representar.
Miguel Angel Vazquez
ELP, Valencia