El cuerpo que crece, se descontrola, envejece, más allá de los intentos de la ciencia por explicar, detener, suturar, se presenta para cada sujeto como un enigma que podrá o no interpretar.
Una niña de 9 años es traída a la consulta por su madre, quien afirma que sufre por tener un cuerpo de adolescente. La niña dice tener problemas con las otras niñas, porque ella es la más alta, la más linda, la más mirada por los varones. En una sesión dirá:
"Sabés lo que voy a pedir para Navidad? Una tablet, un celular nuevo y una pintura de uñas de buena calidad.
– Todo eso le vas a pedir a tus padres?
Con un gesto desencajado en su rostro y con cierto enojo me contesta:
– Se lo iba a pedir a Papá Noel."
Intervención no calculada que produjo ese momento de incomodidad en que la niña suelta un gesto de sorpresa y enojo, escupiendo algo de eso que es su queja: parecer una niña mayor es un problema, pero en eso también hay algo de satisfacción. Papá Noel, como la relación sexual, no existe. Es el signo bajo el cual esta pequeña jovencita comienza su análisis.
Eugenia Molina
EOL, Córdoba