No hay post, hay trauma desde que el socielo se hizo sede de un real sin ley con la fuerza de un meteoro constante e implacable. Seres hablantes, miles y miles, reducidos a sus cuerpos, como desechos, en la angustia, sabiendo que no es la primera vez ni que será la última. En esos días el psicoanalista fue testigo de la vergüenza de ocuparse de la miseria neurótica en medio de la miseria común.
Y el analista no cedió, autorizando la palabra se encargó de probar que si el trauma tiene alguna elaboración analítica, es porque el sujeto puede extraer algo, en su beneficio, del encuentro con lo real. Una mujer se asegura de lo bien fundado del acto de separarse de aquel que fue su pareja, al ver su comportamiento en una convivencia casual y forzosa durante la noche fatal. Un adolescente empieza a entender que la palabra del padre no basta para todo. Un obsesivo ubica, en el medio de su hazaña, el punto no calculado donde se encuentra lo que no engaña y que siempre vistió con capas de fantasías heroicas en las que perdía las horas de su vida.
La salvación por los desechos no será una utopía.
Eduardo Suarez
La Plata, EOL