Ya en 1967[1], Lacan ante la pregunta ¿qué es el inconsciente?, se responde que el inconsciente nunca desorienta mejor que al ser agarrado in fraganti, y agrega, omitieron darse cuenta de lo que Freud había denotado sobre él: que su estructura no dependía de ninguna representación.
Es por su carácter, de méprise, que Lacan, ya adelanta lo que más tarde llamará, el inconsciente real[2]. Distinguiéndolo entonces, del inconsciente transferencial, éste que desplegando la vía de la determinación significante, estafa[3] necesaria en un análisis, pondrá a jugar "una verdad que espejea al ofrecerse tan solo en falsas capturas[4]". Es en las encrucijadas de un análisis donde se trata de "citar a lo real." Siendo que, "… el estigma de este real como tal es no enlazarse con nada…"[5] Miller propone[6], para que esta cita sea posible, distinguir entre las representaciones del sujeto una con la propiedad, particular, de determinar la confluencia con lo real; aquella como la que propone Barthes[7], que se aparta de la estructura semántica del relato, que está allí para representar lo irreductible. La escucha de un analista propicia esta cita. Marisa Moretto EOL, Buenos Aires