Un niño de 3 años no habla y está angustiado, esboza trozos de palabras incomprensibles a la espera que alguien lo ayude a ordenar su mundo. Se tratará de sacarlo de ese lugar con juegos repetitivos y variados sesión tras sesión. Busca la relación entre la causa y el efecto del funcionamiento de ventiladores, canillas, chorros de agua, agujeros.
Los juegos dieron el marco para circunscribir y acotar el real traumático de la voz que inyecta goce en el cuerpo y que lo sacude a partir de los ruidos de un timbre, una puerta que cruje o el ladrido de un perro y que lo eyecta aterrorizado.
Sabrá que es mamá quien tocó el timbre o un perro el que ladra y que podemos reproducir los dos como si fuéramos perros, el mundo cobrará muchos sentidos para él, un pequeño investigador, pero habrá un ruido que reiniciará la serie, y que quedará sin sentido aunque ya habla y puede preguntar ¿qué es eso?
Viviana Cammilli
EOL, Buenos Aires