Una mañana de primavera, hace ya muchos años, me dirigía con mis hijos a ver una exposición de Miquel Barceló en la galería de Soledad Lorenzo de Madrid. La calle Monte Esquinza nos acogía con su calma y sus enormes árboles. Íbamos alegres, disfrutando de estar juntos. Unos metros más adelante una tienda de ultramarinos muy antigua, con la fachada de mármol blanco.

De pronto, se me ocurre decir: "de esa tienda va a salir ahora un gorila". Mis hijos me miran y se ríen. Al instante, por la puerta, sale caminando un inmenso gorila marrón que se va andando tranquilamente. El impacto fue brutal, nuestra sorpresa mayúscula.

Momentos después, se hizo evidente que era un hombre, impecablemente disfrazado, que había entrado, supusimos, a comprar algo. Pero lo que no se aclaró nunca fue cómo era que había dicho, con tanta precisión, lo que iba a pasar un segundo después, algo tan absurdo de imaginar como que un gorila saliera por la puerta de una tienda de ultramarinos.

A pesar de esbozar hipótesis, estas no terminaron de dar cuenta de lo sucedido: literalmente fui hablado. Con la sensación de que habíamos participado de algo ciertamente singular, todavía hoy comentamos en la familia este episodio.

Joaquín Caretti
ELP, Madrid