Su salida en la vida ha sido el arte. Pero no cualquier arte, sino aquel que toma al cuerpo como objeto, como sustancia viva para la expresión de su dolor de existir.

Realiza performances y acciones artísticas en donde se somete frente un público a dolorosos esfuerzos físicos que ciertamente la lastiman. Así, su masoquismo encarnado en el arte le ha dado un lugar y un nombre propio en el circuito intelectual que le ha permitido un discurso y un lazo social. Es reconocida por lo impactante de su obra, que aguijonea provocadoramente a un espectador cómplice que mira su dolor.

La analista intentó morigerar esta satisfacción alentándola a investigar en el uso de otra materia para su obra. Ella accedió buscando crear instalaciones a partir de objetos externos a su propio cuerpo. Sin embargo, en una sesión dice: "eso, como artista, no me alcanza, no me llena".

Su práctica, como un modo actual de recomposición de la imagen que modifica lo real del cuerpo, y en su valor de uso, debió ser respetada. Se trata de su arte, el propio, y de su uso singular, que le permite al sujeto cierto anclaje simbólico y un anudamiento posible para su vida.

Mariana Gómez
EOL, Córdoba