La agitación social evidenciaba el reventón del tejido: robos, saqueos, tiroteos en defensa propia, barricadas hechas por los ciudadanos para defenderse de los otros, jóvenes con palos para defender "lo suyo", mientras que los otros destrozaban y vaciaban negocios, escuelas, hospitales públicos, verdulerías, jugueterías… daba todo lo mismo… Era la experiencia más vívida de una amenaza, de la amenaza.

Porque, ¿quién era el enemigo? El entramado social se había abierto y el Real sin ley, ni rostro golpeaba las desérticas calles de la ciudad. El hecho social hacía apariencia de ser político, pero era una muestra diáfana de cómo se manifiesta el nuevo Real del SXXI, porque; ¿qué es gobernar en un mundo del Otro que no existe? Ese hecho con implicancias éticas, civiles, morales, culturales y consecuencias que aun se están escribiendo, nos enfrenta a la fuerza de ese real y también a la ineficacia de las antiguas formas del "orden simbólico", respecto de su envés: el traumatismo.

La ceguera blanca de Saramago infectaba cada espacio aquél día y por la tele transmitían: "una información muy importante y de último momento, los ciudadanos no saquen la basura hoy, para no agregar problemas"… un chiste parecía! Una verdadera caricatura con la que lo Real, le hace muecas al orden simbólico cuando lo deja sin ningún efecto. Al otro día se extendía a otras provincias el escenario social como una verdadera epidemia del real sin ley.

Gabriela Dargenton
Córdoba, Argentina, EOL