He hablado varias veces en mi análisis de cierta fobia a las palomas. A lo largo del tiempo he podido ubicar que lo que me genera hasta un estremecimiento corporal es el sonido del aleteo de ellas. Se me produce casi un reflejo de tener que taparme el oído ante sentir ese sonido de sus alas.

Un día estaba en mi consultorio atendiendo a una nenita, un tanto difícil, diría inconmovible hasta ese momento. La ventana estaba abierta y de pronto surge lo inesperado; una paloma se apoya en la ventana, escucho el aleteo. Me levanto abruptamente y cierro rápidamente la ventana. En ese momento la nena me dice, muerta de risa y con cierta satisfacción: ¿qué?, ¿te dan miedo las palomas? Al notar su entusiasmo y sin mentirle le digo, siii, me dan miedo, y no soporto el ruidito de las alas.

Fue a partir de ese momento que la transferencia con esa nena, produjo un viraje. A partir de la sesión siguiente, ya mucho más distendida pudo comenzar a hablar de las cosas que a ella le pasaban.

Andrea Brunstein
Buenos Aires, Argentina, EOL