Entrevista realizada por Anaëlle Lebovits-Quenehen
La película de Claude Lanzmann, Le Dernier des injustes[1], nació de una contingencia. Filmados en el momento de la preparación de Shoa, los rushes[2] conservados en el Museo del Holocausto en Washington que conforman su material principal para cine,se perdieron. He aquí sin embargo que algunos de estos archivos sirvieron para hacer una película en la que Claude Lanzmann y Benjamin Murmelstein aparecen juntos. Invitado al estreno de la película en Viena, Lanzmann es "atrapado por la rabia": "si debe haber una película con Murmelstein, soy yo quien la hará", declara. Así, un proyecto cinematográfico sobre Benjamin Murmelstein renace de sus cenizas.
¿Por qué este personaje complejo, que Claude Lanzmann adora, con quien se entrevistó durante una semana en Roma a principios de Shoa, no encontró allí su lugar? ¿A qué imposible confrontó el último presidente del consejo judío del campo de Theresienstadt a Claude Lanzmann? ¿Por qué esta alternativa se impuso al director: una película centrada sobre él o nada? ¿Y por qué finalmente esta película mejor que nada? Claude Lanzmann nos aclara sobre el curioso destino de un pensamiento que le vino en uno de esos momentos de creación: "no todo se salva".
Traducido por Gabriela Pazmino