Un réel pour le XXI sciècle
ASOCIACIÓN MUNDIAL DE PSICOANÁLISIS
IX Congreso de la AMP • 14-18 abril 2014 • París • Palais des Congrès • www.wapol.org

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Patricia Bosquin-Caroz
Entrevista sobre el tema "Un real para el siglo XXI"
realizada por Anaëlle Lebovits-Quenehen

Anaëlle Lebovits-Quenehen: ¿Hay lugar para el real del psicoanálisis en el siglo XXI? Si le parece que sí, ¿cuál es ese lugar y qué lo distingue del que se puede aprehender de otros discursos?

Patricia Bosquin-Caroz: ¿Hay lugar para cada uno? A la luz de lo que se produjo en Bélgica en esta última época, no es seguro. Se vio que el furor reglamentario, que va de la mano de la ola evaluadora, ganó terreno. Se trató de hacer que el psicoanálisis entrara en una categoría en la que pudiera ser evaluado como las otras psicoterapias. Dijimos que no a eso. Pero, después de todo, ¿por qué decir que no, si eso nos daría un lugar de elección ordenándonos con el nombre de "psicoterapia psicoanalítica"? ¿Por qué no decirnos: "Eso es mejor que nada?" Podríamos haber sido integrados dentro un "gran consejo de Salud mental", compuesto por diferentes comisiones, entre las cuales una estaba reservada a todas las psicoterapias de orientación psicoanalítica. Eso significaba que todo psicoterapeuta, todo psicólogo hubiera podido denominar como orientado por el psicoanálisis, siempre que tuviera ciertos diplomas. Entonces, ¿por qué decir que no a eso? Porque el psicoanálisis no es una especialización de la psicoterapia. No hay diploma que pudiera decir qué es un psicoanalista, y eso es algo que Lacan enseña.

Un psicoanalista no puede identificarse desde exterior, ni tampoco desde interior. No decimos soy psicoanalista, sino hay psicoanalista – y además hay que probarlo. Por otra parte, las Escuelas de psicoanálisis instauraron un dispositivo que permite testimoniar que hay analista, que hay algo que se abre, que no se atrapa, que no se define desde exterior y sobre todo que ningún diploma universitario expide, cualquiera sea. Este dispositivo es la prueba del pase en donde se testimonia de la experiencia analítica propia y se demuestra en qué, el deseo del analista operó en el análisis personal.

A.L.-Q.: Usted pone en valor, entonces, la oposición entre el saber establecido, el saber universal que vale para todos, y otro tipo de saber, al cual sólo el discurso analítico puede hacer un lugar; un saber adquirido sobre un modo de gozar especialmente singular. ¿No sería a partir de este modo de goce, en lo que tiene de más singular, en ese real, que un sujeto podría atrapar por sí mismo, que habría que situar la condición del acto analítico?

P.B.-C.: Efectivamente, lo que se trata de poner en valor ante los políticos, como diferencia entre la psicoterapia y el psicoanálisis, es que se trata de pasar por la cura – es lo que Freud desarrolla en su texto "La cuestión del análisis profano". Lo que produce un analista, es la experiencia de un acto personal; es a partir de eso que se producirá o no un analista. Es una diferencia fundamental con respecto de las psicoterapias. El psicoanálisis, es antes que nada, la experiencia de una mutación subjetiva. Hay una operación sobre el síntoma que se vive desde el interior, lo cual es diferente de la psicoterapia en donde se apunta a restablecer la homeostasis. No se trata de criticar la existencia de las psicoterapias, sino de decir que el psicoanálisis es otra cosa. No se le propone al sujeto que se atiende, el restablecimiento de la homeostasis que se perturbó por la vacilación de una de sus identificaciones, por una sacudida subjetiva, cualquiera sea. No se le promete la felicidad.

A.L.-Q.: Pero, inclusive, ¿podemos creer que la homeostasis existe?

P.B.-C.: Nosotros no lo creemos, claro. En todo caso, el equilibrio es siempre precario. Abordamos este tema cuando tuvimos con otros colegas una interlocución con los parlamentarios. Era antes que nada interesante señalarles que la EuroFederación de Psicoanálisis había reunido 1500 personas en el Congreso en el Square de Bruselas. Se impresionaron con el número de la revista Mental que llevaba la transcripción de todas las intervenciones, y el título los interpeló: "¿Existe la Salud mental?" Y bueno, ellos están de acuerdo con nosotros – al menos los miembros del partido humanista – cuando les decimos que el hombre normal no existe. Eso los alivia. Ellos lo saben, ya que ellos mismo no son muy normales para ocuparse de la política. Con un colega, dimos un paso más, les dijimos que para nosotros, psicoanalistas, existe lo incurable. Eso no los sorprendió para nada – eso también, ya lo saben. Dimos inclusive un paso más diciéndoles que es a partir de lo incurable que se hacen cosas formidables: podemos apoyarnos en el síntoma, la locura de cada uno, para abrirnos a la vida. Les dijimos que todo eso iba a ser controlado pero que algo siempre escaparía.

No encontramos a la ministro ni hablamos con ella, pero sabemos que tiene muchas alianzas con gente, y que algunos le comentaron nuestros diálogos. Y, en la discusión de la comisión de Salud del Parlamento belga, ella retomó el hecho de que no se puede encasillar todo con la reglamentación, y que hay algo en el psicoanálisis que escapa al dominio de la Salud. Es formidable.

A.L.-Q.: ¿No podríamos decir que el discurso analítico tiene que permanecer por fuera del casillero porque es precisamente este lugar en donde se puede alojar lo que hay de más por fuera del casillero en cada sujeto?

P.B.-C.: Absolutamente. Se trata de estar por fuera del casillero, pero también de que haya un lugar en la ley para lo que está por fuera del casillero. En este caso, el psicoanálisis tendrá un lugar en la ley belga o, más precisamente, en el comentario de la ley explicitado por las palabras de la ministro en la discusión parlamentaria – lo que tiene un valor jurídico, ya que eso aparecerá en el sitio de la Cámara. La ministro afirma ahí que hay un lugar para el psicoanálisis en tanto que no se lo retoma en la ley que concierne a las reglamentaciones; la frase exacta es "El título y el ejercicio del psicoanálisis no son de la incumbencia de esta ley". Diciendo eso, nos inscribe en la discusión que concierne a la ley. Eso quiere decir que estamos adentro y al mismo tiempo afuera, es decir, apenas fuera del campo, extimos.

A.L.-Q.: Como el objeto a en relación con el cuerpo humano: adentro y, al mismo tiempo, afuera.

P.B.-C.: Estamos un poco en el campo de la psicoterapia, y al mismo tiempo estamos por fuera, lo que evidentemente no le gustó a los psicoterapeutas.

A.L.-Q.: Entonces, finalmente, ¿de qué depende la existencia de este real del psicoanálisis en el siglo XXI considerando que ya existió en el siglo XX?

P.B.-C.: De la decisión de cada Uno, del deseo decidido de estos Unos que al mismo tiempo se asocian, de ahí vienen nuestras asociaciones analíticas que hacen la apuesta por la singularidad de cada Uno para defender el psicoanálisis en el siglo XXI. Y hay que lanzarse, se trata de estar decidido y de atravesar no sólo la pantalla administrativa sino también las resistencias propias de los psicoanalistas, es decir, nuestra tendencia a querer estar tranquilos. De todas maneras, cuando se hace el pase, ¡ya no se sueña más con la homeostasis!

A.L.-Q.: Patricia Bosquin-Caroz, muchas gracias.


Transcripción: Damien Botté. Edición: Alice Delarue.
Traducción al castellano: Laura Petrosino