Un réel pour le XXI sciècle
ASOCIACIÓN MUNDIAL DE PSICOANÁLISIS
IX Congreso de la AMP • 14-18 abril 2014 • París • Palais des Congrès • www.wapol.org

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Lilia Mahjoub
Entrevista sobre el tema "Un real para el siglo XXI"
realizada por Anaëlle Lebovits-Quenehen

Anaëlle Lebovits-Quenehen: En este título, "Un real para el siglo XXI", ¿qué designa la palabra "real"?

Lilia Mahjoub: Algo me molesta un poco en este momento: pareciera que "lo real" se ha transformado en la palabra amo que orientaría al psicoanálisis. Ahora bien, si Lacan se ocupó de la cuestión de lo real al final de su enseñanza, es porque había tratado primero lo imaginario y luego lo simbólico, antes de dedicarse a la cuestión de lo real, que es la más compleja. Lacan indicaba en 1973 que estas tres dimensiones: lo real, lo imaginario y lo simbólico, son equivalentes y que no hay, por ejemplo, ninguna supremacía de lo real sobre lo imaginario. Si dio como título a uno de sus Seminarios "R.S.I.", no es para decir que se puede ir de lo mejor: lo real, a lo peor: lo imaginario, sino para señalar que estas tres dimensiones del mundo del ser hablante son equivalentes y que sólo la manera en la que el nudo está orientado, permite distinguirlas. Así, tomar el orden "RSI" querría decir "realizar lo simbólico de lo imaginario"; a eso apunta la religión. Otra manera de hacer un nudo, por ejemplo: "IRS", daría "imaginar lo real de lo simbólico". Es en este caso la dimensión de la matemática que – decía Lacan – debería indicar a los psicoanalistas una vía a seguir, es decir, matematizar la teorización de Freud. Como se puede ver, imaginar es tan importante como las otras dimensiones y es además, lo que hizo Lacan imaginando esta historia de los nudos. Lo dice él mismo, imaginar no es imaginarse, imaginar es una intuición de lo simbólico. La calificaba en efecto como "onda goce", pero esta intuición es necesaria para que después, con los instrumentos de lo simbólico, se pueda captar algo de lo real, lo que Lacan designa como "real de lo simbólico".

A.L.-Q.: A partir de lo que usted dice, entiendo que no se trata de desunir estas tres dimensiones. No obstante, en este título se trata de lo real, mientras que el del congreso anterior ponía en primer plano a lo simbólico. ¿A qué remite, según su parecer, este "Un real para el siglo XXI"?

L.M.: ¡No se trata de que los psicoanalistas se interesen en el real que puede ser, para el siglo XXI, el clima! Aunque tome otra forma en nuestra época, no tendríamos mucho para decir… Lo escucho antes que nada como "Un real para el psicoanálisis". Lacan había formulado, durante su conferencia "La tercera", que el porvenir de lo real sería determinante para el psicoanálisis. Se trata de que algo de lo real permanezca, que no se lo sature de sentido con nuestra interpretación del mundo del ser hablante. Si no, no habría ninguna chance de que el psicoanálisis siguiera existiendo como síntoma. Este real sólo se puede atrapar como síntoma. Interesémonos entonces en el síntoma (considerando que el psicoanálisis es uno, estamos en buena compañía) orientando nuestra práctica, en parte, de otra manera y cerrémonos menos. Mientras que en una época los analistas se refugiaban en su consultorio, ahora no tenemos más miedo a confrontarnos con lo que surge en la calle, por ejemplo a través de los CPCT. Es una manera de tener que vérselas con los síntomas que se presentan; queda por nuestra cuenta ordenarlos, meterlos en nudos, para poder extraer algo para el sujeto.

A.L.-Q.: Este "un real" es entonces el real del discurso analítico, y también el de cada sujeto que se aloja ahí uno por uno. En el siglo XXI, ¿lo real se manifiesta de otro modo? ¿O hay que responder de otro modo?

L.M.: Responder a eso de otro modo, seguramente – sin por eso tener una idea previa. Se podría pensar a priori que lo que cambió es el goce, la violencia… Pero, ¿era menos violento en la Edad Media? De todas maneras el psicoanálisis no existía. Ahora tiene una respuesta para dar, que será diferente a todas las respuestas que ya existen en relación a lo que surge de incomprensible, de violento, de inatrapable. Siempre me sorprendo de que algunos psicoanalistas se quejan de que se los maltrata a pesar de todo lo que hacen, por ejemplo, de que las terapias cognitivo-conductuales toman su lugar y los expulsan. Ahora bien, ¡no hay de que sentirse herido! Freud se interesaba en todo lo que se relacionara con la "producción del deseo de la humanidad", con lo que pudiera surgir y ser rechazado por la ciencia, como por ejemplo el ocultismo o la telepatía. Lacan retomó este punto, justamente cuando elaboraba el nudo borromeo, diciendo que no porque algo sea rechazado por la ciencia, no haya que interesarse en eso. No tenemos que tener una posición de rechazo en relación a lo que la humanidad produce, sino por el contrario, dar respuestas a eso. Es por esa razón que el psicoanálisis no será nunca un discurso instalado, sino un discurso que siempre hay que retomar. Es esta redefinición permanente de los conceptos, las nociones que dan cuerpo a la teoría analítica, permitirán que avancemos y demos nuevas respuestas.

A.L.-Q.: ¡Nos da un programa para el siglo XXI!

L.M.: ¡Claro! Debido a que eso no se va a detener es que el psicoanálisis podrá continuar errando a su objetivo, como decía Lacan.

A.L.-Q.: Muchas gracias Lilia Mahjoub.


Desgravación y edición: Alice Delarue.
Traducción: Laura Petrosino