La política neoliberal, con el uso del miedo, empuja a una paranoia generalizada. Una respuesta a ello: los barrios privados. Pero no hay murallas que limiten entre un lado y el otro ya que el verdadero peligro acecha en la extimidad que éstas no logran suturar.

Estos barrios promueven que el control y regulación del Estado sea reemplazado por la iniciativa privada así como impulsan la hiperregulación mediante de tribunales de faltas, conformados por los mismos residentes. Si la regla es la excepción, ¿podemos ubicar una tendencia al discurso de Estado de Excepción? De ser así, habría un empuje a instaurar una tendencia concentracionaria?

En el intento de forcluir lo hétero, se convierten en prisioneros posmodernos. Es por ello que estos espacios devienen en formas concentracionarias, donde en las llamadas Ciudades pueblo se estima que los niños no saldrán de allí nunca…

Gerardo Battista
EOL, Buenos Aires