"La historia, precisamente, está hecha para darnos la idea de que algún sentido tiene."
Lacan, Aún

La historia es un esfuerzo de construir una historia por parte de sujetos y colectivos, de incorporar los acontecimientos a la "homeostasis subjetivante" de la cultura. Así Lacan dirá que la historia es el más grande de los fantasmas. En la modernidad se religaban las contingencias al orden de la necesidad, para olvidar los azares de los que está hecha la existencia. En la postmodernidad estos sentidos se resquebrajaron. Hoy se toca lo real dirá Miller: "sin que pueda recuperarse una idea de armonía". Los traumas sin cobertura serán puro shock pulsional.

Mario Perniola señala "acontecimientos imprevisibles" donde las categorías políticas tradicionales no alcanzan para comprender lo ocurrido: el Mayo francés, la Revolución iraní, la caída del muro de Berlín y el atentado contra las Torres Gemelas. Algunos teóricos han traducido estos "milagros"[1] como lo absurdo y la banalidad-del-mal, conminando a la desimplicación de los actuantes. Lacan indicó que el Mayo del 68 produjo el surgimiento del nuevo discurso del amo: el Universitario. De la muerte nos indicó que es lo impensable. La muerte es agujero, que es discontinuidad radical.

Que lo real está desprovisto de sentido quiere decir que existe de eso que no quiere decir nada. En psicoanálisis se trata de privilegiar una de las construcciones del sujeto frente al trauma: el síntoma. Allí no se trata de comprender, sino de alcanzar ese cogollo que insiste en el esfuerzo de hystorizar de cada quién. Y porque es el síntoma… o peor.

Jessica Jara
NEL-Guayaquil, Ecuador